domingo, 28 de febrero de 2010

Relatividad

La complejidad humana a veces supera la complejidad de la estructura social, lo deseos, las ambiciones, cada pensamiento, los límites de esta estructura, son rebasados en pensamiento todos los días y más de lo que imaginamos son rebasados en acción, una vez que rebasamos uno, el siguiente está más cerca. Un latido, una palabra correcta, la mirada, todas las posibilidades en un momento, la adrenalina de la confusión y por un momento te sientes poderoso, los momentos, esos momentos son tan definitivos. ¿Qué es lo correcto? ¿Qué es incorrecto? Todo es evaluado a partir de nosotros, pero como en muchos de los casos, nosotros nos favorecemos mucho, se crean acuerdos generales, para el bienestar de todos, pero que tal si rompes una regla, que tal si solo afecta a dos personas, los demás puedan verlo mal pero a ellos no los afecta. ¿qué haces en este caso? Ese momento lo vale todo¿?¿?¿?¿, el esfuerzo sobre humano de tolerar cada crítica, cada agudo comentario. Las edades, el momento en el que naces una generación, una ideología, la familia con que te crías, el camino que labras, cada paso que das, a ¿Dónde te conduce? Si es el camino que quieres, ¿si es la persona que quieres a tu lado? Cada día son millones de decisiones, cada pequeña pieza para construir tu historia, la de nadie más, solo la tuya, que puede que soporte alguna otra, un hijo, una esposa, unos padres, cada pieza debe estar bien puesta por que las remodelaciones no están aceptadas.

La canción del pulque.




En una sociedad, con tantas desigualdades, alguna liberación debemos de tener, algún momento que nos pertenezca, sentir que nos necesitan, un centro en el tengamos el control de nuestra vida, el control sobre nuestras decisiones, ser el protagonista en nuestra vida, este lugar puede tomar diversas formas, y para algunas personas este lugar es una pulquería, lugar en donde se nos quiere, donde disfrutamos la vida, y por medio del alcohol olvidamos todas las frustraciones de un mundo que no sentimos nuestro, que esta impuesto y que aunque quisiéramos, no lo podemos cambiar, olvidar la constante frustración de no poder decidir acerca de nuestra vida, ir olvidando con cada trago de una bebida con aquel inconfundible sabor agridulce, nos endulza los agrios momentos de la vida cotidiana. Entre canciones, risas y gente vamos ascendiendo a otra vida, una vida mejor.

Millones de sabor se mezclan en el pulque, y millones de historias se entre mezclan en la pulquería; entre sabores, canciones , olores y colores cada palabra va perdiendo su significado y aquel dolor de un recuerdo lejano o de la vida cotidiana va quedando atrás, la gente parece más agradable, el mundo luce como un lugar menos hostil para vivir, aquella historia que hace que se nos aceleré el corazón y produce aquel punzante dolor en el pecho va perdiendo intensidad. Un día tras otro, y un vaso tras otro todo coordinado al son de aquella música que suena de fondo, una guitarra desafinada combina su entonación con el pasar de las personas y el bailar de los vasos que van endulzando la vida… de pronto la realidad se ve afectada para siempre, se vuelve una rutina, cada día la misma gente, que aunque no platique profundamente compartes este momento y esto los une, se vuelven una familia. Y el pulque es el que entona cada nota en esta nueva vida, es tu acceso a ella, es tu conexión a un momento de libertada y por fin, por unas horas te sientes humano.